Recientes

jueves, 19 de marzo de 2015

¿Teniendo ojos no ves?


Han cerrado sus ojos; para que no vean con los ojos, y oigan con los oídos, y con el corazón entiendan, y se conviertan, y yo los sane. Mateo 13:15

Una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo. Juan 9:25

¿Teniendo ojos no ves?
¿Teniendo ojos no ves?
«Lo quiero como a la niña de mis ojos». Esta expresión evoca lo que para nosotros es más valioso. Nuestros ojos, en efecto, tan frágiles y complejos, contienen más de 250 millones de células que nos transmiten la luz, las formas y los colores. Sin embargo, hay cosas que nuestros ojos no pueden ver.
Jesús dijo a sus discípulos: â??¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís?â?? (Marcos 8:18). Habían sido testigos de sus milagros, pero no entendían el significado ni comprendían el sentido de sus palabras.
Quizás un día nosotros también nos sentimos interpelados por la belleza de un paisaje que nos hizo pensar en el Creador, por la lectura de un texto bíblico que nos hizo reflexionar. ¿Tuvimos ojos para ver y oídos para escuchar? O bien, ¿volvimos a nuestras costumbres, cerrando la puerta al llamado de Dios, a una seria reflexión sobre nuestra vida?
Tener ojos para ver significa ser sensible a la luz que viene de Dios. Nuestra admiración ante la naturaleza nos llevará a alabar a nuestro Creador. La lectura de la Palabra de Dios nos conducirá a conocer a Jesús, el Hijo de Dios, quien es luz y amor. Simeón, un anciano que tuvo en sus brazos al niño Jesús, exclamó: â??Han visto mis ojos tu salvaciónâ?? (Lucas 2:30). El Dios Salvador estaba ahí, bajo la forma de ese pequeño niño. Si la majestad y el poder divinos se manifiestan en la naturaleza, el amor divino brilla en la humildad, la muerte y la resurrección de Jesús.
¿Tenemos ojos para verlo?

Relacionados

0 comentarios

No hay comentarios. ¡Sé el primero!

Publicar un comentario