10 cosas que no me gustan de Corea
norte
sur
Antes aclaro que el texto lo saque de la fuente de abajo y las fotos y gif son para ilustrar los busque yo solo
Vampiro
Vivo en Corea y me gusta vivir en Corea, eso que quede claro. Hay muchas cosas que me gustan de este país, pero eso no me cierra los ojos a ciertos aspectos no tan positivos. También es cierto que muchos de estos aspectos negativos no son exclusivos de Corea, pero me da la impresión de que en Corea se llevan al extremo. Además, al vivir en Corea es lógico que escriba sobre este país, tanto de lo bueno como de los malo.
En cualquier caso, hagamos un ejercicio de humor y veamos las diez cosas que cambiaría si pudiese (o sea, si algún día me escogen presidente del país o algo así). Pensé en poner fotos de cada una, pero te voy a ahorrar el disgusto sobre todo por los puntos 4 y 5
1. No dejar salir antes de entrar.
Se abren las puertas y, en vez de dejar espacio para quienes quieren salir, un grupo de gente intenta entrar lo antes posible. El resultado es un choque frontal y una serie de empujones y codazos hasta que unos se hacen hueco a través de los otros.
Esto es una constante en el transporte público, pero también se da en lugares como el ascensor o incluso al entrar al servicio. Es una práctica inútil que las ajummas elevan a la categoría de arte urbano.
2. Las normas de tráfico no se respetan.
Semáforos en rojo, pasos de cebra, límites de velocidad, direcciones prohibidas... no hay norma que se resista a los conductores coreanos. Cruzar la calle en una ciudad coreana es un deporte de riesgo más peligroso que cruzar un río saltando de cocodrilo en cocodrilo. Lo peor es que la policía no hace nada para poner orden en medio del caos, y rara vez paran a un coche aunque se haya saltado un semáforo justo delante de los agentes.
Cuenta la leyenda que cuando te has saltado 10.000 semáforos en rojo y has circulado por 100 calles en dirección contraria te dan una licencia de taxista de Seúl.
3. Motos y coches por aceras. Las calles en Corea suelen ser anchas, con muchos carriles en ambos sentidos en las avenidas principales.
Aunque el tráfico es un caos (ver punto anterior), uno pensaría que los peatones están seguros en las aceras. Pues no, tampoco. Las motos circulan por las aceras como si fuesen suyas, sin disminuir la velocidad aunque vayan zigzagueando entre peatones, e incluso protestan si los viandantes no se apartan.
Por si esto fuera poco, el acceso a algunos aparcamientos se hace también a través de las aceras, por lo que no es extraño ver coches circulando por las aceras sin dejar espacio para las personas. Es decir, los peatones solo están a salvo de los vehículos en el salón de su casa.
4. Escupitajos. Si lanzar escupitajos fuese deporte olímpico, Corea tendría la medalla tan asegurada como en el tiro con arco.
Hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, todos entrenan sin descanso con la esperanza de que el COI reconozca su talento. Esto ocasiona algunas molestias, como resbalones de despistados y manchas negras cancerígenas en las plaquetas de las calles, pero todo sea por el espíritu olímpico. Por cierto, lo de escupir es un deporte que se practica mejor si se fuma. Fumadores que escupen o escupidores que fuman, ser o no ser, el huevo y la gallina... Grandes preguntas sin respuesta.
5. Verano. No me disgusta el clima coreano, sobre todo porque tras vivir en Galicia e Irlanda tenía el listón bastante bajo, pero de las cuatro estaciones hay una que no soporto.
El verano coreano se caracteriza por temperaturas superiores a los 30 grados y noches tropicales que no bajan de 25. Pero lo peor no es el calor, sino la humedad. En junio y julio, durante la estación de lluvias, cae todo el agua que en otras partes se reparte a lo largo de todo el año. Agosto, aunque llueve menos, no es mucho mejor y además suele haber tifones. Tres meses consecutivos a 30 grados con un 90% de humedad son para mí tres meses sudando la gota gorda de día y de noche.
Mi única esperanza ante el verano coreano es que alguien invente algún día un traje con aire acondicionado integrado.
6. Hilo musical en todas partes. Me gusta mucho, muchísimo, la música.
Pero me gusta escuchar la música que yo quiero y cuando yo quiero. Por la calle me gusta oir el sonido de la gente,
y en la naturaleza me gusta oir el susurro del agua y el alegre trinar de los pajarillos. Todo esto no es posible. En la calle muchos comercios tienen altavoces hacia afuera poniendo música a todo volumen, y en las montañas no es extraño que pasen ajeossis con música trot sonando en una radio portátil.
Por cierto, punto extra para las tiendas de móviles y sus guateques en la puerta con música K-pop y vendedores dando gritos prometiendo paquetes de papel higiénico si cambias de móvil.
7. Telenovelas. En su día vi el drama de Kim Samsoon y me pareció entretenido, sobre todo los primeros episodios, porque después se hace demasiado sentimental.
Sin embargo, todos mis intentos posteriores por ver otros dramas fracasaron miserablemente. Lo que se muestra en los dramas está tan alejado de la vida real en Corea que es como ver una película de ciencia ficción, pero sin aliens ni naves espaciales. El hecho de que se pasen minutos y minutos llorando sin sentido tampoco ayuda a mantener mi interés. Los dramas históricos, con sus melenas impecables, narices puntiagudas y rostros ultramaquillados de piel perfecta, son más de lo mismo.
Este punto tiene una solución muy sencilla para mí, que es apagar la TV, así que todo esto en realidad no es un inconveniente.
8. Situación con Corea del Norte. En un país aparentemente tan seguro como Corea, donde se puede dejar el portátil en una cafetería sin miedo a que lo roben, y donde sufrir un atraco es menos probable que ver una rana con pelo escapando de un perro verde, una de las grandes causas de intranquilidad es la situación con los vecinos del norte.
Es cierto que la gente no se preocupa, y que seguramente nunca pase nada, pero es un miedo que siempre está ahí.
Aunque este tema no me quita el sueño ni mucho menos, es cierto que viviría más tranquilo sabiendo que el único botón rojo que el zampabollos tiene a su alcance es el de la PlayStation.
9. Jerarquía demasiado estricta en las empresas.
Tras haber trabajado en un oficina coreana, me resulta asombroso que empresas como Samsung o Hyundai tengan tanto éxito en todo el mundo. La jerarquía es tan rígida, y el respeto a los jefes es tan excesivo, que no me explico cómo una buena idea puede atravesar toda esa maraña de protocolos y miedos a decir algo por si le sienta mal a alguien. Las propuestas de un joven son tomadas como una falta de respeto por los veteranos, y llevar la contraria a un jefe es impensable, por muy equivocado que esté. Los ascensos además dependen más de la edad que de los méritos, de forma que lo mejor es estar calladito en tu silla haciendo lo que te digan, y pensar lo menos posible.
El problema es que si nadie piensa, si nadie se atreve a hacer cosas diferentes, es imposible que una empresa avance. Lo dicho, que me resulta sorprendente que corporaciones como Samsung estén a la vanguardia tecnológica del mundo.
10. Obsesión por la imagen.
Corea es el país de las apariencias.
La importancia que se da al aspecto físico y "al que dirán" se escapa de toda lógica.
Chicas con minifaldas tan cortas que no se pueden sentar sin mostrar la sorpresa;
mujeres guapas que se hacen operaciones de cirugía estética, pagadas a plazos, para amoldar sus rasgos a la moda del momento; chicos sin trabajo que compran coches buenos que no necesitan, solo para poder tener citas con chicas que no ven más allá de su cartera;
familias que compran un piso en Gangnam, asumiendo una deuda que nunca podrán pagar, solo para decir que viven en Gangnam...
Todo esto está creando una gran burbuja de crédito que el día que estalle va a hacer más daño que una bomba norcoreana en el centro de Seúl. Y lo peor es que esta obsesión enfermiza por aparentar, a diferencia de la mayoría de puntos anteriores, cada día va a peor.
Fuente
http://www.eurowon.com/2013/10/10-cosas-que-no-me-gustan-de-corea.html
norte
sur
Antes aclaro que el texto lo saque de la fuente de abajo y las fotos y gif son para ilustrar los busque yo solo
Vampiro
Vivo en Corea y me gusta vivir en Corea, eso que quede claro. Hay muchas cosas que me gustan de este país, pero eso no me cierra los ojos a ciertos aspectos no tan positivos. También es cierto que muchos de estos aspectos negativos no son exclusivos de Corea, pero me da la impresión de que en Corea se llevan al extremo. Además, al vivir en Corea es lógico que escriba sobre este país, tanto de lo bueno como de los malo.
En cualquier caso, hagamos un ejercicio de humor y veamos las diez cosas que cambiaría si pudiese (o sea, si algún día me escogen presidente del país o algo así). Pensé en poner fotos de cada una, pero te voy a ahorrar el disgusto sobre todo por los puntos 4 y 5
1. No dejar salir antes de entrar.
Se abren las puertas y, en vez de dejar espacio para quienes quieren salir, un grupo de gente intenta entrar lo antes posible. El resultado es un choque frontal y una serie de empujones y codazos hasta que unos se hacen hueco a través de los otros.
Esto es una constante en el transporte público, pero también se da en lugares como el ascensor o incluso al entrar al servicio. Es una práctica inútil que las ajummas elevan a la categoría de arte urbano.
2. Las normas de tráfico no se respetan.
Semáforos en rojo, pasos de cebra, límites de velocidad, direcciones prohibidas... no hay norma que se resista a los conductores coreanos. Cruzar la calle en una ciudad coreana es un deporte de riesgo más peligroso que cruzar un río saltando de cocodrilo en cocodrilo. Lo peor es que la policía no hace nada para poner orden en medio del caos, y rara vez paran a un coche aunque se haya saltado un semáforo justo delante de los agentes.
Cuenta la leyenda que cuando te has saltado 10.000 semáforos en rojo y has circulado por 100 calles en dirección contraria te dan una licencia de taxista de Seúl.
3. Motos y coches por aceras. Las calles en Corea suelen ser anchas, con muchos carriles en ambos sentidos en las avenidas principales.
Aunque el tráfico es un caos (ver punto anterior), uno pensaría que los peatones están seguros en las aceras. Pues no, tampoco. Las motos circulan por las aceras como si fuesen suyas, sin disminuir la velocidad aunque vayan zigzagueando entre peatones, e incluso protestan si los viandantes no se apartan.
Por si esto fuera poco, el acceso a algunos aparcamientos se hace también a través de las aceras, por lo que no es extraño ver coches circulando por las aceras sin dejar espacio para las personas. Es decir, los peatones solo están a salvo de los vehículos en el salón de su casa.
4. Escupitajos. Si lanzar escupitajos fuese deporte olímpico, Corea tendría la medalla tan asegurada como en el tiro con arco.
Hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, todos entrenan sin descanso con la esperanza de que el COI reconozca su talento. Esto ocasiona algunas molestias, como resbalones de despistados y manchas negras cancerígenas en las plaquetas de las calles, pero todo sea por el espíritu olímpico. Por cierto, lo de escupir es un deporte que se practica mejor si se fuma. Fumadores que escupen o escupidores que fuman, ser o no ser, el huevo y la gallina... Grandes preguntas sin respuesta.
5. Verano. No me disgusta el clima coreano, sobre todo porque tras vivir en Galicia e Irlanda tenía el listón bastante bajo, pero de las cuatro estaciones hay una que no soporto.
El verano coreano se caracteriza por temperaturas superiores a los 30 grados y noches tropicales que no bajan de 25. Pero lo peor no es el calor, sino la humedad. En junio y julio, durante la estación de lluvias, cae todo el agua que en otras partes se reparte a lo largo de todo el año. Agosto, aunque llueve menos, no es mucho mejor y además suele haber tifones. Tres meses consecutivos a 30 grados con un 90% de humedad son para mí tres meses sudando la gota gorda de día y de noche.
Mi única esperanza ante el verano coreano es que alguien invente algún día un traje con aire acondicionado integrado.
6. Hilo musical en todas partes. Me gusta mucho, muchísimo, la música.
Pero me gusta escuchar la música que yo quiero y cuando yo quiero. Por la calle me gusta oir el sonido de la gente,
y en la naturaleza me gusta oir el susurro del agua y el alegre trinar de los pajarillos. Todo esto no es posible. En la calle muchos comercios tienen altavoces hacia afuera poniendo música a todo volumen, y en las montañas no es extraño que pasen ajeossis con música trot sonando en una radio portátil.
Por cierto, punto extra para las tiendas de móviles y sus guateques en la puerta con música K-pop y vendedores dando gritos prometiendo paquetes de papel higiénico si cambias de móvil.
7. Telenovelas. En su día vi el drama de Kim Samsoon y me pareció entretenido, sobre todo los primeros episodios, porque después se hace demasiado sentimental.
Sin embargo, todos mis intentos posteriores por ver otros dramas fracasaron miserablemente. Lo que se muestra en los dramas está tan alejado de la vida real en Corea que es como ver una película de ciencia ficción, pero sin aliens ni naves espaciales. El hecho de que se pasen minutos y minutos llorando sin sentido tampoco ayuda a mantener mi interés. Los dramas históricos, con sus melenas impecables, narices puntiagudas y rostros ultramaquillados de piel perfecta, son más de lo mismo.
Este punto tiene una solución muy sencilla para mí, que es apagar la TV, así que todo esto en realidad no es un inconveniente.
8. Situación con Corea del Norte. En un país aparentemente tan seguro como Corea, donde se puede dejar el portátil en una cafetería sin miedo a que lo roben, y donde sufrir un atraco es menos probable que ver una rana con pelo escapando de un perro verde, una de las grandes causas de intranquilidad es la situación con los vecinos del norte.
Es cierto que la gente no se preocupa, y que seguramente nunca pase nada, pero es un miedo que siempre está ahí.
Aunque este tema no me quita el sueño ni mucho menos, es cierto que viviría más tranquilo sabiendo que el único botón rojo que el zampabollos tiene a su alcance es el de la PlayStation.
9. Jerarquía demasiado estricta en las empresas.
Tras haber trabajado en un oficina coreana, me resulta asombroso que empresas como Samsung o Hyundai tengan tanto éxito en todo el mundo. La jerarquía es tan rígida, y el respeto a los jefes es tan excesivo, que no me explico cómo una buena idea puede atravesar toda esa maraña de protocolos y miedos a decir algo por si le sienta mal a alguien. Las propuestas de un joven son tomadas como una falta de respeto por los veteranos, y llevar la contraria a un jefe es impensable, por muy equivocado que esté. Los ascensos además dependen más de la edad que de los méritos, de forma que lo mejor es estar calladito en tu silla haciendo lo que te digan, y pensar lo menos posible.
El problema es que si nadie piensa, si nadie se atreve a hacer cosas diferentes, es imposible que una empresa avance. Lo dicho, que me resulta sorprendente que corporaciones como Samsung estén a la vanguardia tecnológica del mundo.
10. Obsesión por la imagen.
Corea es el país de las apariencias.
La importancia que se da al aspecto físico y "al que dirán" se escapa de toda lógica.
Chicas con minifaldas tan cortas que no se pueden sentar sin mostrar la sorpresa;
mujeres guapas que se hacen operaciones de cirugía estética, pagadas a plazos, para amoldar sus rasgos a la moda del momento; chicos sin trabajo que compran coches buenos que no necesitan, solo para poder tener citas con chicas que no ven más allá de su cartera;
familias que compran un piso en Gangnam, asumiendo una deuda que nunca podrán pagar, solo para decir que viven en Gangnam...
Todo esto está creando una gran burbuja de crédito que el día que estalle va a hacer más daño que una bomba norcoreana en el centro de Seúl. Y lo peor es que esta obsesión enfermiza por aparentar, a diferencia de la mayoría de puntos anteriores, cada día va a peor.
Fuente
http://www.eurowon.com/2013/10/10-cosas-que-no-me-gustan-de-corea.html
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