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sábado, 14 de marzo de 2015

El largo lamento de Cristina.


El largo lamento de Cristina por Máximo


Cristina me hace llorar. Cuando aparece en su papel de madre y habla de Máximo como lo hizo el martes en Ezeiza, con tanto amor, me quiebro. Ella sufre por el chiquitín que sufre y entre los dos me hacen sufrir.

Repasemos ese tramo del discurso. "Pienso en mi hijo, que lo atacan tanto. ¡Cómo no lo van a atacar! Prefieren hijos que hagan otras cosas, no que se dediquen a fundar organizaciones políticas de jóvenes... Escuchame, Máximo, ¡sería más negocio que te dedicaras a otra cosa!"

¿No es desgarrador?

Le dice que no está haciendo un buen negocio. Que a un Kirchner le cuestionen la rentabilidad de lo que hace es como mostrarle las puertas del infierno. Además, Maxi mira su cuenta bancaria y no cree que le esté yendo tan mal.

El largo lamento de Cristina.

Sigue la madre doliente, y el auditorio de Ezeiza se estremece: "Pero bueno, tenés la sangre de tus padres, y te dedicaste a sacar jóvenes de la calle y de la droga para incorporarlos a la política".

Digamos, vagos y faloperos. Maxi no esperaba de su madre semejante definición de La Cámpora . "¡Cómo no te van a pegar, hermano! Te la tenés que bancar -dice la señora, y remata el lamento con la frase de cabecera de Cristóbal López -. Son las reglas del juego."


Nunca le habíamos escuchado a Cristina tantas referencias a su hijo en un discurso. Eso habla de su preocupación. Sabemos que Máximo es su debilidad. Maxi la puede. Y Maxi no siempre pudo.

Le costó el colegio, le costó la facultad -tuvo que abandonar temprano Derecho en la Universidad de Belgrano tras una serie de bochazos y de que un profesor lo reprendiera por presentarse a examen sin saber absolutamente nada- y le costó y le cuesta el trabajo metódico.

También le cuesta hablar en público, incluso después de haber tomado clases con Andrea Del Boca . Y le cuesta una enormidad remontar en las encuestas: especialmente en Río Gallegos, donde más lo conocen (ahora analiza la posibilidad de ir como concejal en Bartolomé de las Casas, Formosa). Sin embargo, el chico resultó un rosquero fenomenal y un lince en el mercado de cambios. Cristina ha dicho alguna vez que es "desconfiado como el padre y malicioso como la madre". En fin, una divinura.

Por eso, no es de extrañar que esa noche, después de llegar de Ezeiza, la señora se haya sentado a escribirle una carta. Le habían quedado muchas cosas por decir y las volcó en un texto donde madre y Presidenta, Presidenta y madre, aparecen una y otra vez en una amalgama entrañable. Por cierto, le agradezco a Máximo que haya querido compartir la carta conmigo.

Maxi, Maximito, gurrumín de mi corazón, le escribo al hijo y al jefe de La Cámpora. Como te dije hoy (dudo que me hayas escuchado), tenés que aprender a asimilar los palos. No los palos verdes: no seas monotemático. La política es muy dura. Te van a atacar por ser un Kirchner. ¡Respondé como un Kirchner! Es decir, usá la cadena nacional, rodeate de un coro de aplaudidores, pegales a los medios y denunciá un golpe de Estado. Yo sé que no te gusta hablar (no parecés hijo mío: para mí, hablar es gobernar y gobernar es hablar), pero tampoco es tan difícil. Regite por esta norma: que la verdad no te impida decir un buen discurso. Perdé el miedo. Siempre tiene más público la cifra que yo invento en una cadena que la desmentida a esa cifra que al día siguiente publican LA NACION y Clarín en un recuadrito. Además, hay otros recursos. Tené a mano escuderos como Capitanich o como Aníbal, tipos para los que la verdad no es una opción. Todo lo que digas, decilo con convicción. "¡Nisman se suicidó!" "¡A Nisman lo mataron!" "¡Nunca dije que Nisman se suicidó!" Lo que vale es lo que hayas dicho último, ¿me seguís? ¿Me seguís o ya te quedaste dormido? Sabés cuánto te quiero, ¡pero qué perezoso me saliste, Maximito!

Otra cosa. Hoy dije que tu gran mérito es haber convertido a chicos de la calle, a drogadictos, en funcionarios. Vivían a la deriva y hoy viven en Puerto Madero. La Cámpora es el mayor fenómeno de movilidad social de la historia del país. Sólo unos pocos sabemos lo que has hecho con tantos pibes por los que nadie daba un mango. Miralo a Marianito Recalde. Increíble. Presidente de Aerolíneas y, ahora, ¡candidato a jefe del gobierno porteño! Ya tiene eslogan de campaña: "Si en Aerolíneas pierdo dos millones de dólares por día, imagínense lo que puedo hacer en la ciudad". Miralo a Kicillof. De vulgar profesor de la UBA a subcampeón mundial de inflación (los venezolanos son imbatibles). Incluso, Maxi, mirá tu propia vida. Sin estudios ni trabajos, llegaste a ser inversor inmobiliario, dueño de cadenas hoteleras, constructor, experto en movimiento de fondos y el mayor empleador de la Argentina a través de La Cámpora. No quiero ni pensar en la ola de desempleo juvenil que habrá después del 10 de diciembre.

Todavía no me contaste cómo te fue con Tinelli. Sé que lo llamaste y que se encontraron acá, en Olivos. Se pasó todo el año matándonos, destruyéndonos, y ahora vos hocicás con tal de tenerlo de nuestro lado en un año electoral. ¡Hijo'e tigre! Aprendiste bien que donde hay votos no hay orgullo ni vergüenza.

Mi querido Maxi, atento y vigilante. Vendrán a buscarte por lo de los números poco claros de Hotesur. Vendrán a buscarte por lavado de dinero. Por contabilidad creativa. Por cuentas en el exterior. Por no poder justificar tu riqueza. En fin, por ser un Kirchner. No soportan una fortuna construida sobre la base del ahorro

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