Suiza es uno de los países más libres, prósperos, y pacíficos del mundo. Tiene la quinta economía más libre, el séptimo ingreso per cápita más alto, el undécimo ratio de homicidios más bajo, y uno de los índices de transparencia más elevados del planeta.
Todas estas impresionantes estadísticas, sin embargo, no son resultado de la casualidad. Son el fruto de una larga tradición de valores liberales: el mantenimiento de un Estado limitado y descentralizado, el respeto incondicional por la propiedad privada, y un inquebrantable compromiso con la no-agresión y la paz.
Por tal motivo, vale la pena revisar el origen y la evolución de cada una de estas instituciones.
Estado Limitado y Descentralizado
La firma del Acta de Mediación en 1803 terminó con la República Helvética â?? un Estado centralizado basado en las ideas de la Revolución Francesa â??, y restauró la Confederación Suiza â?? una organización política conformada por numerosos cantones descentralizados, que había prevalecido en ese territorio desde el siglo XIII hasta la invasión francesa en 1798.
Sin embargo, no sería hasta 1848 que este proceso de descentralización se formalizaría definitivamente. Con la firma de la Constitución Federal de aquel año, Suiza tomó la estructura política que aún conserva hoy â?? un Estado descentralizado compuesto por tres niveles político-administrativos: federal, cantonal y municipal.
Destaca especialmente la autonomía cantonal. Los cantones suizos tienen su propia constitución, parlamento, cortes, y facultad de establecer tributos, lo que les permite competir entre sí por atraer residentes. En consecuencia, poseen fuertes incentivos para ser más eficientes y desarrollar marcos legales e impositivos más flexibles.
Como resultado de aquello, hoy en día el gasto público suizo equivale al 35% su economía (cuarto ratio más bajo entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico â?? OCDE). Este nivel de gasto público coloca más recursos en manos privadas, impulsando así la inversión y el crecimiento económico.
Además, la descentralización política y el alto grado de democracia directa presente en Suiza aleja el poder del gobierno central y lo acerca más a los ciudadanos. De esta forma, es más fácil controlar la corrupción y limitar las atribuciones estatales, reforzando el modelo suizo a largo plazo.
Respeto por la Propiedad Privada
La sociedad suiza tiene una extensa tradición de respeto hacia la propiedad privada, la cual se ha traducido históricamente en un marco legal comprometido con su protección. El derecho de propiedad está explícitamente garantizado por el Estado suizo desde la Constitución Federal de 1874.
A partir de la Constitución Federal de 1999, se incluye al derecho de propiedad entre los derechos fundamentales de los ciudadanos, reconociendo así su esencia inviolable. Cualquier norma que suprima a los derechos de propiedad como institución fundamental, contraviene la Constitución.
La perseverante protección de la propiedad privada ha contribuido a mantener la estabilidad económica y fortalecer la seguridad jurídica de Suiza a través de los años. Estos factores la han convertido en uno de los destinos más atractivos para la inversión a nivel mundial.
Compromiso con la No-Agresión y la Paz
Quizás uno de los aspectos más característicos de Suiza es su neutralidad. De hecho, es el país neutral más antiguo del mundo, habiendo tomado esta posición permanente a partir del Congreso de Viena en 1815. Desde entonces, no ha participado en ningún conflicto armado internacional.
Mientras muchas naciones colisionaron durante las Guerras Mundiales del Siglo XX, Suiza se mantuvo al margen de las hostilidades. El país helvético emergió de estos turbulentos periodos con una de las monedas más fuertes del planeta, un régimen fiscal moderado y un sistema político estable.
Esta tradición de no-agresión también ha convertido a Suiza en uno de los mayores huéspedes de inmigrantes, perseguidos políticos y desplazados en el mundo, y la ha llevado a ser sede de numerosas instituciones internacionales. El influjo de diferentes matices étnicos, religiosos y culturales que esto supone ha fomentado la tolerancia en el territorio suizo, alimentando así un círculo virtuoso de respeto y paz.
Un País Digno de Imitar
Como vemos, el éxito suizo se ha basado en conservar estas instituciones fundamentales. No se necesita de líderes mesiánicos, ni de proyectos revolucionarios para alcanzar la paz y la prosperidad duradera. Lo que se requiere es un compromiso ciudadano con los valores liberales. La libertad ha funcionado para Suiza, y funcionará para toda sociedad que se comprometa a defenderla. Es tiempo ya de desechar recetas fallidas y empezar a seguir estos buenos ejemplos.
jueves, 19 de marzo de 2015
La Libertad Funciona: El Caso de Suiza
Redactado por: Anónimo
Mi nombre es Christian y actualmente estudio Computacon e informatica, tengo este blog, porque me gustan el diseño y sobre webs, espero disfruten del contenido de sitio y pueden informarse todo lo que puedan. .
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