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sábado, 14 de marzo de 2015

ISIS extiende sus tentáculos hasta el Ã?frica negra.


El grupo acepta la afiliación de Boko Haram en una alianza que prevé impulsar la captación de combatientes en plena guerra contra el yihadismo

ISIS extiende sus tentáculos hasta el Ã?frica negra.

Ya lo decía el principal órgano de propaganda del Estado Islámico (EI), la revista Dabiq, en su segundo número â??y van a por el octavoâ??: la prioridad de un musulmán es emigrar al califato; si no puede, debe jurar lealtad al califa Ibrahim. Primero, para mostrar fidelidad, y, segundo, para â??llenar los corazones de los infieles de dolorosa agoníaâ??. El líder de la secta islamista nigeriana Boko Haram, Abubaker Shekau, ha cumplido: optó hace siete días por mostrar obediencia y ponerse a las órdenes del líder del EI, Abubaker al Bagdadi, esto es, el califa Ibrahim â??nombre de pila del terrorista iraquíâ??. Este jueves, el portavoz del grupo yihadista, el sirio Abu Mohamed al Adnani, informaba de que Al Bagdadi aceptaba el bayâ??ah (juramento de lealtad) de Boko Haram, que ganó especial notoriedad con el secuestro el pasado abril de más de 200 alumnas que siguen desaparecidas. El noreste de Nigeria, región en la que la brutal secta concentra sus fuerzas, pasa así a formar parte de la lista de provincias ansiadas por Al Bagdadi, y permite al EI relanzar la yihad global, precisamente en plena ofensiva militar contra el terrorismo islamista, tanto en Mesopotamia como en el Ã?frica occidental.



estado islamico


Se ha abierto, dice Al Adnani en el audio difundido este jueves, â??una nueva puerta para que emigres a la tierra del islam y el combateâ??. Es decir, el portavoz sirio, miembro destacado del órgano de gobierno del califato, dice a los futuros combatientes que si no pueden cumplir con su mandato en Siria e Irak, escenario de una potente campaña militar en su contra, la región al sur del lago Chad también vale. â??El efecto más claroâ??, indica el teniente coronel Jesús Díez Alcalde, del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE), â??es el efecto llamada para yihadistas de la regiónâ??. â??No se van a coordinar entre los dos gruposâ??, prosigue el analista, â??pero el EI va a pasar a centralizar el mensaje, la propaganda y la extensión del califatoâ??.

Ningún analista consultado imagina que unos y otros empiecen a intercambiar milicianos. La distancia física es un obstáculo: desde el bastión del EI en Mosul (norte de Irak), hasta la localidad de Gwoza, cuartel general de Shekau, hay más de 6.300 kilómetros. El objetivo es otro. Por un lado, señala Díez Alcalde, â??el EI pone su pica en Flandes en Ã?frica, buscando legitimidad y la demostración de que no tiene límitesâ??. Por otro lado, continúa el teniente coronel, â??Boko Haram busca una salidaâ??, en medio de una ofensiva creciente de tropas de Nigeria, Níger, Chad y Camerún, que por ahora les â??está dando duroâ??. â??Cuanta más inestabilidad, mejor para la captación de yihadistasâ??, afirma.

Comparte el mismo análisis la experta del think tank norteamericano Instituto para el Estudio de la Guerra Harleen Gambhir. â??El juramento de lealtad de Boko Haram contribuye a la campaña de terror y caos que pretende el Estado Islámicoâ??. Y esta es una de las claves fundamentales para, primero, sobrecoger a la opinión pública y, segundo, hacerse con la voluntad de los musulmanes radicalizados dispuestos a emigrar. Gambhir alerta, no obstante, de que son muchas las incógnitas sobre esta alianza. Entre ellas, la analista duda de que Al Bagdadi quiera que su califato, físicamente, lleve sus fronteras más allá del norte de Siria e Irak, territorio que puso la semilla de su gran atractivo entre los integristas. â??Ademásâ??, apostilla Gambhir, â??poco sabemos de Shekau (líder de Boko Haram)â??.

Se sabe que tanto él como sus secuaces siguen a pies juntillas el salafismo, una corriente al dictado de la interpretación más rigorista â??y en este caso, violentaâ?? de la sharía o ley islámica. También lo hacen los fieles al califato. Comparten brutalidad, secuestros, decapitaciones... Pero son muchas las diferencias, aunque sobresalen, por encima de todas, las étnicas. Las relaciones entre yihadistas árabes y africanos, ni cuando Al Qaeda se llevaba la palma de la yihad global ni ahora, han sido fluidas. â??No habrá yihadistas árabes en Nigeria, ni nigerianos en las filas del EIâ??, augura el teniente coronel del IEEE.

La hoja de ruta de Al Bagdadi en su expansión del califato ha sido, además, muy distinta al norte y sur del Sahel. El pasado 10 de noviembre, medios bajo el sello del EI difundían cinco comunicados en audio con el juramento de lealtad de yihadistas de Libia, Yemen, Arabia Saudí, así como de los grupos argelino Jund al Khilafah (Soldados del califato) y egipcio Ansar Beit al Maqdis, también conocido como los Fieles de Jerusalén. Tres días después, Al Bagdadi aceptaba los bayâ??ah y anunciaba la formación de provincias (wilayats) en las cinco regiones. Aún más, el califa Ibrahim informó de que enviaría gobernadores para llevar su palabra y acción. Así ha sido, por ejemplo, en Libia, adonde se ha dirigido el veterano iraquí Abu Nabil al Anbari para dividir el país entre las provincias Tripolitana (oeste), Cirenaica (este) y Fizan (suroeste).

Dos meses después, el portavoz Al Adnani añadía una nueva provincia â??superan la veintena contando las de Siria e Irakâ?? bajo el nombre de Khorasan (Afganistán y Pakistán), bajo el mando del grupo Tehrik e Taliban.

Es esa la franja geográfica natural ansiada por Al Bagdadi. Más improvisada, aparentemente, y visceral ha sido la alianza con Boko Haram, el grupo terrorista más grande y cruel de Ã?frica. Un matrimonio de conveniencia que esconde un gran un esfuerzo de propaganda, como señala Charlie Winter, experto del centro de análisis británico Quilliam Foundation: â??Es la clave del éxito del califatoâ??.

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